29 abril, 2006

SE ME MOJARON LOS SUEÑOS


Esta noche se me mojaron los sueños. Los dejé en el balcón, algunos en un rincón y otros jugando a asomarse por la barandilla. La semana no ha sido de las mejores, así que decidí sacarlos a tomar el aire para que no se contagiaran de la negatividad que reinaba en la habitación.
Todos sabemos que no se puede ir siempre por la vida sin caer en esos momentos de rendición. Momentos que nos dejan sin energías. A mí me tocó esta semana. La causa ha sido una vez más la universidad. Se supone que la universidad te tiene que abrir caminos en esta vida para poder alcanzar esos sueños que siempre tuviste, para poder llegar a ser la persona que quieres ser. Sin embargo yo siempre he mantenido mis sueños por un lado y “la universidad” por otro. Siempre dando consejos a los demás para que estudien lo que realmente les guste, y yo caigo en la trampa de emplear una tercera parte de mi vida en una carrera que he llegado a detestar.
Lo peor de todo es que nunca he sido capaz de dejarlo. Siempre erre que erre, y la vida pasa. Y el tiempo que se pierde no se recupera. Vendrán nuevos tiempos y nuevas oportunidades. Mejores o peores. Pero el tiempo perdido es como el agua que corre… no regresa. Ahora ya veo cercano el final, pero hay días en que todo se vuelve negro, y sólo queda luchar para encontrar la luz y volver a soñar. En esos días conviene sacar los sueños a pasear para que no se pierdan en la oscuridad.
Mis sueños huelen a papel con tinta, como las páginas de un libro nuevo. Algunos de mis sueños traen ese aroma del hogar en calma, un aroma mezcla del pastel recién hecho por mi hermana y del mojo picón de mi madre, todo ello mezclado con las sonrisas de los peques en las mañanas del día de reyes. Mis sueños juegan a volverme loco en las tardes de confusión, pero a pesar de todo ello los quiero.
A veces los pierdo. Bueno, en realidad los dejo ir a pasear, y luego regresan portando con ellos otros sueños despistados que perdieron sus dueños, o quizá sueños abandonados que buscan un hogar de acogida. Se que a veces son tantos que no puedo soñar, porque todos quieren estar presentes. Soy consciente de que ellos también saben que no todos podrán ser realidad, y por eso a veces desaparecen durante un tiempo, hasta que los busco como un niño que ha perdido uno de esos juguetes con los que no juega desde hace años, pero que un día recuerda que tiene guardado en el desván.
A pesar de todo, los quiero. Porque sin ellos ya no sería yo. Y ante este tiempo de tinieblas decidí ponerles a salvo en mi balcón. Lejos de la autodestrucción que me permitirá resurgir, cual Ave Fénix, desde mis propias cenizas. Por eso esta semana los saqué a mi balcón.
Mis sueños estaban tan contentos bajo el sol primaveral que me confié y les dejé allí, entre rayos y sombras. Impregnándose del aire con olor a flores recién llegadas y a salvo de mi lucha interior. Sin embargo, la primavera en Torino no es como la de Canarias y una tormenta visitó la ciudad esta noche. En su afán por refugiarse, algunos se colaron por la ventana del vecino, porque ya no los encuentro. Los imposibles hicieron malabares y se agazaparon entre la pared y la tubería. Pero los más jóvenes han cogido frío y han perdido su fuerza.
Ahora, que ya no veo todo tan oscuro, me toca secar mis sueños. Cuidarlos e ilusionarme otra vez con ellos. Por que sin ellos no seré yo. Porque, a pesar de que a veces haga enloquecer a los que me conocen, todos ustedes saben que sin mis sueños yo sería realmente demasiado viejo. Porque siempre he creído en esa máxima de que “sólo se es viejo cuando se tienen más recuerdos que ilusiones”; pero de los recuerdos les hablo otro día.
Después de la tormenta, en mi balcón vuelve a lucir el sol.

26 abril, 2006

Presentaciones


Este es mi balcón. No es mejor ni peor, es el mío. Es el único que he tenido en mi vida, y desde él veo el mundo... sí, el mundo. Porque desde mi balcón la vida cambia, la gente pasa, el mundo gira, y todo sigue adelante.
Cada vez que visito mi balcón es como entrar en un nuevo mundo. Siempre desde el mismo ángulo, pero siempre con nuevas historias.Aquí abro una ventana virtual a mi balcón. Si quieres puedes asomarte a él de vez en cuando como lo hago yo. Y puedes respirar su aire de libertad, a veces asfixiante y otras veces encantador.
También puedes dejar restos de tu visita, pero no basuras y pelusas sino pensamientos que te inspiren tu paso por el balcón.Si has visitado el balcón físico sabrás de lo que hablo. Si has visitado mi balcón virtual, espero que también.
Un abrazo.
Te espero detrás de las cortinas...

AMJ