26 mayo, 2006

SONRÍE Y PIENSA II

A la espera de que el tiempo me permita la llegada de las musas, y en homenaje a todos esos futuros estudiantes Erasmus que están inmersos en estos días en el el follón de papeleos y solicitudes para el próximo curso, aquí les dejo un guiño para empezar el día con una sonrisa.

24 mayo, 2006

CAN YOU TAKE A PHOTO? I

Abro esta nueva sección de fotos insólitas. Espero que me enviéis a mi correo (amjpress@terra.es) vuestras fotos curiosas con algún comentario que explique la foto. PROMETO UN PREMIO A LA MEJOR FOTO DEL AÑO.Para inaugurar el espacio, una "muestra de amor en Roma". Un ragazzo romano declaró su amor a su novia en Roma llenándole el coche de post´s. Ooohhh, que bonita historia de amor!!!.

SONRÍE Y PIENSA I

23 mayo, 2006

YO YA LA HE VISTO!!

Llegué a casa hoy, después de una jornada no demasiado agradable en la Universidad. Ya sabéis. Lo típico de siempre. El proyecto que no sale y las asignaturas que no las entiende ni el profesor. El día fue bastante pesado, sobre todo porque, con este nuevo horario, la luz del día comienza o dejarnos en torno a las 21,30 y las tardes en el laboratorio se hacen interminables. A veces recuerdo con nostalgia aquellos primeros meses por Torino (entre septiembre y enero), cuando a las cinco de la tarde ya era de noche cerrada y a mí se me hacía tan extraña aquella luz sin olores y la lluvia constante. Ahora también llueve, pero hace calor y los olores han ido llegando junto con la ansiada primavera. No os podéis imaginar cómo llegó la primavera a Torino. Así. Sin anunciarse. Abrí el balcón una mañana y descubrí que ya estaba aquí, porque aquella mañana todo volvía a tener color y olor. Como si la ciudad hubiera sido pintada durante la noche, en medio de los desvelos y ronquidos de sus habitantes, por algún mágico alquimista preso del encanto de la luna sobre el Superga.
Pues bueno, el caso es que llegué a casa ansiando reencontrarme con mi balcón y dejar que el estrés del día cayera por sus barrotes. Y allí fue que lo volvía a ver. En una de las esquinas que se agolpan en mi Piazza. El Cinema Eliseo. Un cine tan cercano a casa que con un poco de esfuerzo puedo comprar las entradas vociferando desde mi balcón. El cartel de la película más esperada del año cubría la vitrina principal. “El Código Da Vinci”. Así que decidí que, hoy lunes, día del espectador por estos lares, era el momento oportuno de ver la película que ha masacrado la crítica y cuyo estreno ha despertado tantos miedos en distintos sectores.
Confieso que fui uno de los miles de lectores del best seller de Dan Brown. Afirmo también que el libro ha sido una de las novelas de ficción más entretenidas que he leído. Porque no es más que eso. Una novela de “ficción”. Quizá todo lo bueno y malo que le ha venido encima a Dan Brown ha sido precisamente por querer defenderse desde algunos sectores la veracidad de los hechos relatados en la novela. En cuanto a la película que ha hecho Ron Howard, sólo puedo decir lo mismo que dijo la cabra que se comió un DVD… “me gustó más el libro”. Quizá el problema sea que la novela está echa como una película, y por eso cada uno de nosotros nos habíamos hecho nuestros propios escenarios y ritmos de las escenas, y ahora resulta que no nos gusta como lo ha enfocado Ron Howard. Como referencia más objetiva me acompañó un amigo que no ha leído el libro. A él le gustó menos que a mí. Para colmo hubo partes que no entendió o que le parecieron excesiva ficción. En realidad es más creíble el libro que la película. Quizá, una vez más, se esperaba demasiado de una película que no daba para más.
No estoy en grado de calificar la calidad cinematográfica del film, pero puedo decir que me sorprendió que fuera americana y que parezca, en cambio, que está hecha con poco presupuesto en algunos momentos. Por otro lado, habrá que tener en cuenta que la versión original es en inglés, que yo soy español y que la vi en italiano (tengo que decir que el doblaje de Audrey Tautou al italiano es malísimo) por lo que las cosas pueden cambiar un poco. Otra cosa que me ha sorprendido es que algunos piensan que Ron Howard no tiene ni idea del tema de hacer cine. Seguro que esta no es su obra maestra, y seguro que otros la habrían hecho diferente, pero me gustaría recordar que bajo la dirección de Howard han salido otros títulos como “Cinderella Man”, “Una Mente Maravillosa” o “Apolo XIII”.
En cuanto a la polémica suscitada, decir que me ha parecido una falta de respeto, y una muestra de prepotencia escudada en la libertad de expresión, la poca consideración que se ha tenido hacia los colectivos religiosos que en algunos casos sólo solicitaron que al inicio de la proyección saliera un rótulo que dijera que la historia era ficción. Me gustaría ver como actuarían algunos colectivos políticos o éticos si saliera al mercado una película que hablara mal de ellos y pretenda parecer una verdad absoluta. Yo me quedo con una de las últimas frases de la película: “lo importante es lo que tu creas”. Lo único bueno de ir a ver la película será que a partir de hoy, ante la presión de la publicidad del film, yo podré decir “yo ya la he visto”.
Y ahora voy a dormir. Esta noche cerraré el balcón por si acaso el Santo Grial se esconda en mi casa y algún miembro del Priorato de Sión se atreva a entrar por mi ventana.

20 mayo, 2006

CON-VIVIR NO BASTA. Nuevos Modelos de Convivencia.

Ojeo en mi balcón un artículo que habla de un nuevo libro que posiblemente compre para leer un poco más en italiano en los próximos días. El autor es Aldo Nove, y el título de su obra es “Mi chiamo Roberta, ho 40 anni, guadagno 250 euro al mese” (Me llamo Roberta, tengo 40 años, gano 250 euros al mes). Un libro que destaca la precariedad de los jóvenes (y no tan jóvenes) hoy día. La novela es un compendio de catorce historias reales de una generación, de entre 25 y 45 años, atrapada en la precariedad laboral actual en Europa. Jóvenes con carreras universitarias obligados a trabajar por un sueldo ridículo, otros no universitarios pero igualmente con trabajos inseguros que no permiten tener una vida económica estable. El resultado todos lo conocemos, treintañeros que viven aún con sus padres, jóvenes sin ilusión por un futuro después de haber realizado los esfuerzos que la sociedad imponía para tener una madurez cuando menos estable. Esta inestabilidad imposibilita conseguir aspiraciones tan simples como la de comprar una casa, o incluso formar una familia, ante la inestabilidad de los futuros ingresos económicos. Una situación que produce un estado de insatisfacción generalizado que puede desembocar, en los peores casos, en procesos depresivos y autodestructivos.
Sin llegar a esos extremos, he comenzado a pensar en mi futura independencia tras la vuelta a casa. Siempre he sido partidario de vivir sólo, de tener mi propia casa, y de no caer en las redes del alquiler, pero mi mentalidad está cambiando en cierto modo. Y entre tanto estudio de posibilidades (haciendo una valoración del nivel de vida y de los gastos que conlleva adquirir una casa y mantenerla) he llegado a una posibilidad que quizá no es muy habitual hoy por hoy en España, pero que en algunos países ya está siendo una realidad cada vez más habitual, y que podría ser una solución pasajera el problema.
La idea viene claramente reflejada en la serie de televisión FRIENDS (aunque no debemos olvidar que todo lo que vemos en esa serie es ficción). Un grupo de amigos que comparten una casa. Cada uno tiene su propia habitación como espacio privado, mientras que el salón, el baño y la cocina, pasan a ser espacios comunitarios. Quizá la idea no sea tan innovadora, porque en cierta forma así nacieron las conocidas “comunas”, pero es probable que pueda ser una idea factible. Compartir un piso de alquiler con amigos. Cada uno con su espacio de privacidad. Los gastos del alquiler quedarían compartidos, y lo mismo sucede con gastos como consumos de agua, luz, gas e internet, mientras que habría que llegar a acuerdos sobre las compras comunitarias de productos del hogar generales como: productos de limpieza, higiénicos, azúcar, sal, café, etc.
Lógicamente la idea parece buena, pero luego está la naturaleza humana. El respeto por los demás. Y aquí es donde pueden haber desacuerdos. Por que tenemos que poner ciertas reglas de comportamiento, sin llegar a convertir el hogar en “la casa de nuestros padres”. Quiero decir con ello que nadie debe tratar de controlar la vida de los otros. Cada uno es libre, y se debe sentir como tal. Consecuentes con nuestra madurez, también tenemos que ser consecuentes con nuestras responsabilidades en casa y con nuestros compañeros de piso. Yo lo he conseguido en gran medida en mi experiencia por Torino, así que no es algo imposible. Todos aquellos con los que he compartido piso (algunos en las fotos) se han convertido en mi parte de FRIENDS. Quizá sólo es cuestión de que todos pensemos un poco más en lo que hacemos mal nosotros antes de criticar el comportamiento de los otros. También conozco personas para las que la convivencia no ha sido un camino de rosas, pero eso también forma parte de proceso de madurez.
Esta nueva filosofía podría ser un primer paso para nuestro proceso de independencia. Algo que nos permita dar el primer paso que es “salir de casa de nuestros padres” sin tener necesidad de pasar hambre porque nuestro sueldo no nos permite comer y pagar un alquiler o una hipoteca. La convivencia no es fácil, y en cierta forma es, para muchos de nosotros, una asignatura pendiente. Sin embargo, es algo que debemos trabajar en nuestro proceso de formación como personas. Para los que sean excesivamente independientes sólo decirles que para vivir hay que convivir. Digamos que con vivir no basta. En nuestra sociedad debe entrar en juego cada vez más el rol de aprender a convivir (aunque otros, como mi amigo Iván, dirían que para con-vivir hay que con-beber, jajaja).
De momento yo lanzo la idea. No se si la llevaré a cabo a mi vuelta a casa o, por el contrario, volveré sobre mi viejo planteamiento de vivir solo, pero me gusta pensar que en un momento de mi vida me sentí capaz de compartir mi espacio con los demás y que la convivencia fue posible. Y la pregunta es… ¿te atreverías a compartir la experiencia? Se que es un riesgo pero, parafraseando a Coelho, “El lugar más seguro para los barcos es el puerto, pero no es para estar en el puerto que fueron construidos”. Espero vuestros comentarios (al final del artículo podréis dejar estos comentarios picando sobre el icono de comments). Por cierto, ¿cuál sería el número apropiado de personas para convivir según vosotros?
Como dice el grupo Revolver en una de sus canciones “…decidieron compartir melancolías, soledades y fantasmas a la par, miedos locos, tristezas y alegrías…” (la canción no tiene nada que ver con este tema, pero me gusta esa frase, jeje). Por hoy cierro el balcón y me voy a hacer un té en mi cocina comunitaria. Ciao.

18 mayo, 2006

EL SOL BRILLA... ¿PARA TODOS?


El sol ha llegado por fin a Torino. Pasar los días con la puerta de mi balcón abierta es ya una realidad que no veía que pudiera ser posible después del crudo invierno. El cuerpo y el alma agradecen esos rayos de sol y la buena temperatura que permiten salir a tomar el aire en los descansos impuestos por la mente durante mi encierro en casa. Y así paso las horas. Estudiando y saliendo al balcón. Me gusta pensar que es como el salón de mi casa. Una casa que no tiene salón por exigencias de las reducciones de espacio en las casas de alquiler, donde lo que premia es el número de habitaciones que se pueden alquilar, quedando para un segundo plano el reducido espacio de la cocina y del baño, mientras que el salón… simplemente no hay espacio para el salón.
Pues ahí estoy yo, en el improvisado salón en que he convertido mi balcón. En él, tomo el café, escucho música, echamos alguna que otra cervecita cuando llega una de esas visitas agradables a casa, despejo mi cabeza de los libros y el ordenador mirando a la gente que va y que viene, o simplemente me siento a leer el periódico. El periódico para un Erasmus tiene que ser por fuerza gratuito, porque los ingresos no dan para más, jaja. Por ese motivo mi información escrita diaria me llega vía “Metro”, “Leggo”, “Città” o cualquier otro de esos periódicos que se reparten gratuitamente cada día por Torino. Es cierto que no tienen la mejor información del mundo, pero al menos son gratis y te permiten enterarte de ciertas cosas, a la vez que ejercitar un poco más el conocimiento del italiano. Los periódicos importantes como “La Stampa” o “Corriere della Sera” quedan reducidos a los fines de semana, cuando mi compañero italiano los trae y yo me aprovecho para echarle una ojeada a la información con calidad. Mientras tanto, me basta con los periódicos virtuales que, a través de internet, me mantienen informado de lo que pasa por Italia, España, e incluso por mi pequeña ciudad de origen, Telde.
Desde mi balcón cada día veo como el mercado de mi calle es un constante bullir de gente. Y lo que más me gusta es que hay todo tipo de personas. De muchísimas nacionalidades distintas, compartiendo los mismos momentos y espacios a pesar de las barreras del idioma, la cultura y la religión. Ante todo este espectáculo maravilloso, demostración de convivencia entre pueblos y unión como ciudadanos de un solo mundo, me topo con el titular del “Metro” de hoy: “Crece en Italia la Xenofobia”… mamma mía!! Y yo que creía que el mundo tenía que avanzar en la dirección de la mezcla y la tolerancia y resulta que me he venido a un país en el que cada día hay más xenófobos.
Los datos han salido a relucir en una investigación sobre racismo realizada por el consejo europeo, y se dan a conocer justo el día en que algunos intolerantes han destrozado 40 tumbas hebraicas en un cementerio de Milán. El mundo está loco.
Ahora que cada uno saque sus propias conclusiones con este tipo de comportamientos. La situación actual es complicada en cuanto al tema de la inmigración, pero no soy partidario de pensar que somos dueños de lo que nos rodea, y por tanto tampoco podemos negar a nadie que venga a nuestro país a intentar salir adelante porque las condiciones de vida en su país no se lo permitían. Se que es complicado, pero antes que cambiar leyes y tomar decisiones, deberíamos comenzar cambiando nuestro modo de pensar y nuestra actitud hacia los inmigrantes. De momento la primera reacción política tiene como objetivo la creación de un órgano de gobierno contra la discriminación, pero ya sabemos todos como va de lenta la burocracia, y mientras tanto la ley sobre inmigración vuelve cada vez más precaria la situación de los llamados “extracomunitarios” y abandona a los inmigrantes ilegales a riesgo de sufrir situaciones que van contra los derechos humanos.
Una vez finalizado el periódico, un repasito a las noticias de la Cadena Ser española en internet: “nueva llegada masiva de inmigrantes a las costas Canarias”… ¿Cómo está la situación por mi país (España)?, pues quizá no sea muy diferente a la que se vive en Italia. Quizá estemos sufriendo los “contras” de haber formado una Unión Europea que da una imagen de seguridad y bienestar en el extranjero… una nueva “tierra de oportunidades” después de la “vieja” América. Quizá se nos ha escapado la situación de las manos. O simplemente es posible que este primer mundo se esté deshumanizando y nos estemos olvidando de que también nuestros abuelos en el pasado tuvieron que salir de su tierra en busca del pan para sus hijos.
La experiencia que estoy viviendo en Italia me ha empujado a la convivencia con personas de diferentes nacionalidades, culturas, religiones, modos de pensar, etc. Lo único que puedo decir a todo esto es que, me ha enriquecido como persona esta mezcla de conocimientos y me ha demostrado que la convivencia no sólo es posible, sino además positiva. Otra cosa diferente son los delincuentes, pero también hay delincuentes italianos y españoles, así que el rechazo debería estar dirigido a la delincuencia y no a la diversidad.
¿Y ahora que hago?, ¿apago la radio y quemo el periódico?, ¿sigo mi vida como si nada estuviera pasando?...
¿Tú que vas a hacer?
He aprendido que soy ciudadano europeo, pero no me reconozco en el comportamiento de esos que se han convertido en xenófobos y se esconde bajo la frase de “yo no soy racista, pero…” Quizá es hora de cambiar de mentalidad y sentirme ciudadano del mundo (a la espera, claro está, de que se descubra si hay vida extraterrestre, con lo cual tendré que volverme ciudadano del Universo)