07 julio, 2006

EL BALCÓN DE LOS SENTIDOS I (eL oÍdO)

Imagino en estos días el estado de mis neuronas cerebrales. Las imagino como aquellos maravillosos capítulos de “así es la vida” que me hicieron soñar de pequeño con seres minúsculos que llevaban los glóbulos rojos a sus espaldas camino del corazón. Mis neuronas cansadas, pidiendo la baja por agotamiento, intentado que las deje en paz en mi afán por terminar la tarea antes de emprender el vuelo fuera de esta ciudad. Y ante tanta queja por su parte decido dejar un momento mi escritorio, iluminado por la minilamparita que un día compré a precio Erasmus en el Ikea de Torino, y salir a relajarme a mi balcón.
Dicen que cuando te falla alguno de los cinco sentidos el resto eleva su capacidad de sensaciones para equilibrar aquello que no te está llegando. Decido hacer la prueba ahora, en mi balcón de ciudad. Y aquí estoy. Ojos cerrados, nariz taponada, manos atrás y ningún gusto en la boca. Sólo dejo espacio a los sonidos.
Después de un tiempo el oído se agudiza y descubro una nueva ciudad. La Torino de los sentidos que me ofrece mi balcón a medianoche. Toc plash toc plash… los pasos de una pareja recién salida del cine de la esquina. blablablabla.. bleble… los comentarios de la peli que han visto. Ton, ton, ton… el campanario marca la hora a lo lejos, no lo veo ahora pero recuerdo su perfil gótico entre edificios. RRRRrrrrrrrrTrásss… el bar de abajo que cierra la persiana de seguridad. Bbrrruuuuuuiiiiiiiii, tin tin tin… el 15* que hace su paso de medianoche por Sabotino. El constante SSSshshsshshsshshss de los coches que circulan por Corso Peschiera (recuerdo la primera vez que oí ese sonido de tráfico constante nocturno en un hotel de Madrid frente al Pirulí). Una moto. Otra moto. Una Vespa (es distinto al sonido de otra moto, jaja). Riiinnnnggg… del teléfono de la parada de taxis de la plaza. Buoooookkkkkk… un Ferrari o un Lamborghini (que putada que no puedo abrir los ojos). Tktktktktkt… de los pedales de una vieja bicicleta que pasa…
Y en esa situación cercana al trance, me dejo llevar por la nostalgia de otros sonidos que, aunque no llego a oir ahora, los tengo grabados tan dentro que casi puedo sentirlos. El sonido de las olas del mar que hace meses que no veo. Las risas de mis niños de campamentos. La respiración de ella durmiendo a mi lado. El silencio de su ausencia cuando no está. El motor viejo del Montero. El sonido de los domingos por las mañanas (les juro que es distinto al de otros días)…
En fin… si escuchásemos más atentamente, quizá todos podríamos descubrir otra vida distinta. Pero, no hace falta que me lo repitas, ya se que no tienes tiempo de escuchar. Que pena.

(*) El 15 es el número de uno de los tranvías que pasan por mi esquina.

6 comentarios:

mireia dijo...

Parece que hoy en día le damos mucha importancia a lo visual, quién no ha escuchado la famosa frase una imagen vale mas que mil palabras. Y olvidamos lo importante que es escuchar, no solamente los sonidos de aquello que nos rodea, también a nosotros mismos y a los demás.
Escuchar es algo impresionante, quedarse callado y escuchar, simplemente eso, percibir los sonidos. A mi también me gusta mucho hacerlo. Me gusta cerrar los ojos (lo hago sobre todo en la playa y algunas veces en la montaña, nunca lo he hecho en la ciudad) y darme cuenta de que existe todo un mundo por descubrir a través de los sonidos, y a través de las voces.
Nos cuesta mucho hacerlo, cada vez más, pero es importante que de vez en cuando, nos paremos y escuchemos. Como ya he dicho, también a nostros mismos, aunque sea difícil.

A M J dijo...

Es agradable saber que hay gente que comparte mis extrañas aficiones, jaja. Ojalá todos se atrevieran alguna vez a escuchar de verdad. Escuchar lo externo y, como tú dices, escuchar lo interno.
Sigo a la escucha.

Anónimo dijo...

Desgraciadamente hoy parece que nadie tiene tiempo, no solo para escuchar sino para disfrutar al máximo de los sentidos con los que estamos dotados. Quizá al vivir con ellos no somos conscientes de lo importantes que son. A través de ellos nos formamos un mundo, una imagen exacta en nuestra memoria de lo que hemos vivido. A pesar de no tener tiempo, de no escuchar ni disfrutar de lo que nos rodea, creo que todos somos capaces de, inconscientemente, aprovechar un mínimo nuestras capacidades. Comprando en una tienda podemos volvernos con una sonrisa inmensa en la boca porque reconocemos el tono de voz de alguien. Quizá de ese amigo al que hace tiempo que no ves. Tu memoria auditiva, te hace el inmenso regalo de conectar tus otros sentidos para que en un giro de cabeza, en un instante, cruces la mirada con esa persona que hace tiempo que no ves. Percibir los sonidos con los ojos cerrados es un buen ejercicio. Estoy con Mireia en que la playa es un sitio ideal, desconectamos, descansamos, tranquilidad… el sonido de las olas, la brisa… Pero yo lo disfruto mas con los ojos abiertos, simplemente mirando el mar, el horizonte, al infinito… escuchando y disfrutando de mi paz particular.
No solo es cuestión de limitarnos a escuchar, sino de detenernos, de gozar con lo que nos rodea, con todos los sentidos agudizados. Porque la suma de ellos (para los que tenemos la gran suerte de tenerlos todos), hacen que la vida tenga sentido. Una caricia, una imagen, un olor, un sabor y como no, un sonido.

A M J dijo...

De verdad que me encanta que compartan con tanto sentimiento. Gracias. Que pena que no has firmato para poderte dar las gracias por tu nombre. De todas formas, la próxima vez te sentiré mejor, jaja.
Por cierto, totalmente de acuerdo.

Anónimo dijo...

Hola!!Yo tambien soy de los que les gusta escuchar el sonido del silencio... o simplemente escuchar, ya puede ser algun que otro coche por mi pueblo, ya sean gaviotas aleteando en la orilla del mar, o simplemente escuchar a una persona.En mi caso, en vez de un balcon es en lo más alto de mi casa, osea, en la azotea.Aqui arriba tengo mi dormitorio, y todos los dias, a la luz de la luna me asomo por mi azotea,como no, bajo el encubrimiento reconfortante de las penumbras que me camuflan en la oscuridad. Es en ese momento del dia cuando dedico todo mi ser a escuchar. Es maravilloso poder sentir cada noche como si el tiempo se detuviera por un instante, y la mente fuese capaz de llegar a ser capaz de reconstruir lo que no vemos con nuestros propios ojos a traves de los pensamientos. Tambien suelo ir a la playa, me encanta el sonido de las olas, del mar rompiendo contra la arena o, simplemente contra el propio mar.También, y cambiando de sentido, en lo referente al mar, me encanta el olor del mar... tambien me encanta justo antes de llover o despues de la lluvia, o a veces, ni siquiera hace falta que llegue a llover.Supongo que todos lo abreis percibido alguna vez... ese olor a humedad mezclado como con el olor de la tierra a la vez. Es de las cosas que más me gusta en este mundo. En fin,para ir despidiéndome, vuelves a dejarme impresionado con tu capacidad para expresarte y describir tus sentimientos y experiencias en la vida. Ánimo y sigue abriendonos tu corazón y tu mente, para algunos, nos es reconfortante poder leer cosas asi y saber que aunque sea en parte, no soy el único que le gusta escuchar.

A M J dijo...

Pues al final parece que somos más de los que pensamos!!!!. Va a resultar que yo no estoy tan loco como creía y que todos, en algún momento de nuestra vida, buscamos esos ratitos de silencio.
Si es que ya lo decía yo... la gente no es como parece, lo que pasa es que sólo sacamos a relucir nuestras peores facetas, y dentro dejamos las joyas que se esconden en nuestra intimidad.
En fin, me encanta que podamos utilizar esta herramienta interactiva para compartir.